“La marihuana sale de una planta, es natural y es mucho mejor que fumar tabaco”. «La marihuana no es mala». Este y otros argumentos son utilizados por muchos jóvenes para iniciarse en el consumo de cannabis. Sin embargo, la marihuana no es inofensiva para el cerebro de los adolescentes. El cerebro adolescente es mucho más vulnerable que el adulto, y fumar porros altera la estructura y las conexiones cerebrales. Esto se traduce en dificultades para concentrarse, pérdidas de memoria, falta de reflejos, deterioro cognitivo y alteraciones motoras. El resultado final es que muchos chavales terminan abandonando los estudios.
Los datos del último estudio de la Organización Mundial de la Salud (Health Behaviour in School-aged Children) son alarmantes. Los adolescentes españoles consumen más cannabis que la media internacional (15%). Y, además, cada vez lo hacen más pronto y en mayores cantidades. En España, el 20% de los chicos y el 18% de las chicas de 15 años han fumado porros alguna vez. Y de estos, el 11% de los varones y el 9% de las mujeres, lo hacen de manera regular.
Relación entre porros y esquizofrenia.
Es cierto que la marihuana sale de una planta y que por ello podríamos catalogarla como natural. Sin embargo, esto no significa que «la marihuana no es mala» y que sea inocua. Muchos estudios han establecido una relación entre consumo de cannabis y la esquizofrenia. A pesar de que la probabilidad de desarrollar esta enfermedad es más alta en aquellos con una vulnerabilidad genética previa, muchos de estos casos puede que no hubiesen desarrollado la enfermedad si no hubiesen consumido porros.
Y el consumo de cannabis no solo se relaciona con la esquizofrenia. Los adolescentes que consumen porros de manera habitual antes de los 15 años tienen cuatro veces más posibilidades de desarrollar una enfermedad mental antes de los 26 años. Por lo tanto, hay que retrasar el inicio del consumo de cannabis tanto como se pueda, para evitar males mayores.
Además, el cannabis se relaciona con el “síndrome amotivacional”; ese estado de apatía y desinterés por todo aquello que no tenga que ver con los porros.
Los jóvenes que consumen cannabis habitualmente también sufren episodios de despersonalización, ansiedad, trastornos de identidad o ideas delirantes.
La marihuana no es mala. El tabaco es más peligroso que el cannabis
Los medios de comunicación se han encargado de vender el mensaje de que la marihuana tiene propiedades terapéuticas inigualables. Dicen que la marihuana no es mala, que es natural y que calma todos los males y dolores. Y esto puede ser cierto en personas con enfermedades graves, pero no en chavales jóvenes con cerebros en desarrollo que utilizan la marihuana de forma recreativa, no medicinal.
Además, el cannabis que podemos comprar en el mercado negro no solo tiene THC. También contiene otros 500 componentes cuyos efectos no se han estudiado todavía.
No hay que perder de vista que el cannabis de hoy en día esta seleccionado genéticamente. De esta forma, la cantidad de THC que presenta es altísima (para que produzca un efecto más intenso). Y no podemos saber con seguridad cuáles serán los efectos futuros de estas concentraciones de THC en cerebros tan jóvenes.
A pesar de todos estos datos, en los últimos años ha habido en nuestro país un movimiento que proclama a viva voz los beneficios de la marihuana, que ha coincido con la prohibición de fumar en espacios públicos y que ha conseguido que muchos adolescentes consideren que el tabaco es más dañino que los porros.
¿Qué podemos hacer?
Que los adolescentes cada vez fumen más porros no solo depende de las campañas en los medios de comunicación. También depende de los programas de prevención que se implementan en las escuelas, de la comunicación familiar o de las competencias sociales de nuestros hijos e hijas.
Por ello, como padres, debemos fomentar la comunicación clara con nuestros hijos e hijas y darles herramientas emocionales y sociales que les permitan desarrollar la empatía, el autoconocimiento, la comunicación asertiva, las relaciones interpersonales o aprender a manejar su estrés.
El cannabis está en la calle, y los padres debemos proporcionar a nuestros hijos información veraz y adecuada. Sin demonizarla, para que sepan tomar la decisión más adecuada. Muchas veces esto no es fácil y los padres y madres nos vemos perdidos.
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