La realidad del alcohol
Con el paso del tiempo, el alcohol se ha ido introduciendo paulatinamente en la sociedad. De manera que, hoy en día, quedar con los amigos significa ir a tomar unas cañas, ir a la discoteca es hacer botellón antes de entrar en ella, o ir a cenar es ir a tomar unas copas después. Dentro de ese grupo de amigos que nos reunimos, el que no se ha pedido una cerveza o una copa es considerado el raro y al que todos preguntan, con cara de extrañeza, “por qué no bebes”. Esto se debe porque está tan incluido en nuestras que, en muchas ocasiones, el alcohol llega a ser incluso algo obligatorio en un ambiente social. Forma parte de él, y la minoría que no consume es la que no encaja. Sin embargo, los efectos del alcohol son muchos, y la realidad es bien distinta.
¿Por qué bebemos?
En realidad, el alcohol provoca disminución de la atención, aumento del tiempo de reacción, apatía y, posteriormente, inestabilidad emocional. Y su consumo prolongado origina una serie de problemas físicos, tales como úlceras y problemas de riñón, entre otros.
Los problemas con el alcohol empiezan cuando bebo:
- Porque me hace ser menos tímido con ese/a chico/a que me gusta.
- Para relacionarme dentro de un grupo de gente donde no conozco a muchas personas.
- Para hacer estupideces con los amigos y luego reírnos.
- Porque me siento más seguro de mí mismo si bebo.
- Para estar más contento.
- Porque quiero olvidar mis problemas.
¿Cuál es la realidad?
Todo esto es una falsa realidad, esos conceptos son erróneos. La realidad es que cuando bebo me convierto en una persona diferente a mí, actúo de otra manera. Llego incluso a ser una persona más agresiva. Por tanto, al relacionarme muestro otra versión de mí, mucho peor. La realidad es que cuando consumo alcohol soy capaz de llevar a cabo actividades y conductas de mayor riesgo de las que no soy consciente. Es decir, no bebo para pasármelo bien con mis amigos haciendo gamberradas, sino que me pongo en peligro y al resto también. El alcohol es un depresor del sistema nervioso central, es decir, va adormeciendo las funciones sensoriales y cerebrales, progresivamente. De manera que, el beber alcohol me hace sentir cada vez más triste. Me hace disminuir mi autoestima y, sobre todo, no soluciona mis problemas, sino que añade uno más a ellos.
A tiempo es un centro de adicciones, situado en la Comunidad de Madrid, donde trabajamos con todas y cada una de ellas.
Creado en: 31 marzo, 2016, por : ATIEMPO Adicciones