Anestesia emocional y adicciones

Anestesia Emocional

Anestesia emocional y adicciones

Siempre decimos que la adicción de base tiene un problema emocional o de gestión emocional. Esto muchas veces nos cuesta digerirlo, ya que pensamos que no es así, que igual tiene que ver más con la conducta o con el entorno que se tiene. Esto último tampoco va desencaminado, y el real que el entorno en las adicciones es un factor muy importante, que afecta negativa o positivamente según el caso. Pero debajo de todo eso, está la persona con un gran sufrimiento y una mala gestión de sus emociones que se convierte en negativos pensamientos y por ende en conductas no muy acertadas.

Se perciben los sentimientos o emociones como algo peligroso, incomodo, desagradable e imposible de poder sostener “sentir me puede”, “no puedo soportar esto”, “es inaguantable, no puedo”, “necesito escapar o salir de esto” …estos pensamientos, aunque de forma inconsciente, forman parte del repertorio de frases negativos que suelen aparecer en la mente de las personas que sufren de adicción.

Las emociones son unos de los recursos más valioso que tenemos para adaptarnos al entorno, las señales que nos mandan las emociones son información, es la forma que tiene nuestro cuerpo de hablarnos e informarnos que algo no va bien, que no estamos bien o que tenemos que cambiar algo. Esto se complica cuando no podemos, no queremos o no sabemos gestionar eso que nos ocurre (normalmente algo que percibimos como negativo, insoportable y descorazonador) y recurrimos a drogas o conductas adictivas para escaparnos de ese malestar o para paliarlo momentáneamente, si pagamos un precio muy alto por unos pequeños momentos de falso alivio o bienestar efímero y mentiroso.

Todas las drogas (alcohol, cocaína, marihuana…) o conductas adictivas (juego, sexo, comida…) precisamente provocan artificialmente ese efecto de “desconexión” o “anestesia” emocional, que es lo que se buscan quizás no tan conscientemente.

Las adicciones se conforman de esa forma traicionera. Al principio, encontramos en esa sustancia o acción una ganancia o recompensa, nos sentimos mejor, tenemos una experiencia positiva y gratificante. Esto es lo que se conoce en psicología como refuerzo positivo. El reforzamiento positivo se asocia a la realización de una conducta con la obtención de una consecuencia agradable para la persona. La conciencia de esta relación motiva a la persona a ejecutar la conducta por tal de obtener la recompensa. Ponemos un ejemplo; un chico de 13 años en el instituto ve que sus amigos de siempre comienzan a hacer “grupito” y empezar a “jugar” y probar cigarrillos y “porros”. Él ha escuchado en su casa que “no son buenos y que no tiene que acercarse a ellos, pero el chaval piensa que si todos los hacen pues no será tan malo, lo prueba y aunque se atraganta un poco, su experiencia subjetiva es divertida y positiva, todos los amigos lo refuerzan y además le entra una risa fuerte y por todo, lo cual le hace querer tener ora oportunidad. Ese refuerzo motiva a la persona a seguir buscando la conducta para volver a recrear esa experiencia positiva.

Cuando se repite la conducta la adicción empieza a avanzar, y el reforzamiento positivo va dejando pasar al refuerzo negativo, es decir, ya la persona no consume por sentirse bien, sino para no sentirse mal. La adicción ha realizado cambios a nivel físico, psíquico y social, lo cual tiene como consecuencia que para estar en “equilibrio” la persona necesita consumir cada vez más. Conocemos esto como refuerzo negativo, y suele ser la evolución que cursa en la mayoría de las adicciones, en las que la persona ya no se “divierte” con la sustancia o la conducta, sino que la usa para encontrara un alivio al malestar de la abstinencia.

Así se comienza a escapar de su malestar, anestesiando sus emociones y su dolor, pero a un precio muy alto, el precio de anestesiar todo, también la bueno y lo positivo se deja de sentir.

Creado en: 12 noviembre, 2018, por : ATIEMPO Adicciones
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